jueves, 14 de noviembre de 2013

Para poneros en contexto, repito algo publicado en Facebook.
De qué dependerá que vuelva la Esperanza? No de la política, no de la economía, no de la religión. De la fe en algo superior? En una esencia bondadosa en el hombre que ha sido por siglos desmentida? De una catástrofe que nos haga ver? De una revelación misteriosa de origen desconocido? No. Surge (porque ya está a la vista) del pensar y el hablar de HOMBRES como Mujica, el mismísimo Papa y su sonrisa sencilla y abierta, de Mandelas, de Garzones (Jaime, digo), Gandhis, y otros cientos de etcéteras anónimos... Pero que no se quede en admiración! Hay que IMITAR, PROYECTAR, APLICAR!!!! En el diario vivir, en el minuto de descuido en el que las defensas caen, y la bondad surge libre y poderosa, cuando nos vemos como una gran Unidad que no puede autodestruírse porque cada individuo es indispensable, cuando reciclamos, damos gracias, damos sin querer recibir. No digan que no saben cómo es!!!! Y no hay excusa para no hacerlo.
Y añado:
Para que partamos de una misma impresión, sugiero y recomiendo la lectura de Nueva Visita a un mundo feliz, de Aldous Huxley. 
Y cuelgo, además, otro texto prestado.
Revista Internacional Globatium.com en agosto pasado :

Bebés y ancianos hoy
Los bebés que nacen en estos días, llegan a un mundo de descubrimientos y avances maravillosos que son prueba evidente del potencial y de la capacidad del hombre. Pero desafortunadamente, también llegan al mundo del reciclaje, donde les será sin duda arduo sobrevivir como seres de bien y si no lo impedimos, sacrificarán a aquellos no responsables y a los responsables del deterioro, víctimas de miopía.
Estamos –parece-, en el mundo del antivalor, del “libre desarrollo de la personalidad”, concepto que involucra grupos de dimensiones  significativas en ambientes gobernados por el EGO, donde  todo lo que “a mi me conviene”, intenta ganar respeto y alcanzar legitimidad lejos de lealtades o de cualquier tradición; Se han desvalorizado los legados morales o éticos porque en la actualidad incomodan generando descomposición en cualquier nivel de grupo o sociedad.
Pero afortunadamente, este cinismo aun sorprende y encuentra rechazo. Somos muchos aún quienes sin duda, saldremos adelante en la defensa de tanto que merece perdurar. Este objetivo, obrar para un mundo mejor, no admite medias tintas ni pactos débiles, tampoco requiere de obras heroicas ni resonantes. Quizás solo se necesita el poder de un silencio individual y colectivo, pero que  a la vez, sea dinámico, actuante, beligerante y contundente; que permita trabajar desde entornos con paz que permitan poner distancias y faciliten perspectivas, para en conjunto, poder rediseñar el entorno generando espacios nuevos, más sanos y positivos para quienes nacen en este tiempo.
 No se llega lejos sin el impulso del retroceso… resulta triste y decepcionante ver cómo gente de noble casta y herencia; gente que nació privilegiada y rica en valores fundamentales y ancestros de alto nivel por su calidad, sus obras, la pureza de su sangre y trayectorias, más que por sus fortunas materiales, sucumbe ante la manipulación de presiones frívolas, de leyes vacías como la del artificio, la moda, la conveniencia cómoda, el egoísmo y la ambición desmedida, para desfigurar la justicia, abandonar las responsabilidades, o, en el mejor de los casos, vivir bajo la ley del menor esfuerzo.
La nobleza obliga… pero, hoy y demasiadas veces, la nobleza se traiciona y a pesar del lugar y nivel que por privilegio le corresponde, se desdibuja o borra en medio del escándalo,  el atropello o el abuso. Los conceptos de honestidad, justicia, dignidad, lealtad y generosidad han desaparecido; también la vanidad sana y el orgullo que resulta válido cuando surge justificado luego de comportamientos irrefutables o por cumplir con responsabilidad un orden, el deber natural, elemental de cada uno.
 La conciencia creciente de la propia mediocridad busca refugio y solución en la búsqueda ávida del dinero por encima de todo, porque simplemente el valor personal ya no constituye soporte suficiente. Se desdeñan los valores que no se pueden adquirir; porque son esenciales en otros que nacieron con ellos, se miran con desprecio o se presiona su sepultura. La música se cambió por ruido; la poesía por jerga y vulgaridad; hoy no se entiende el amor, menos aún el servir o apoyar a otro; hoy prevalece la “química”… el interés egoísta, la codicia y el utilitarismo.
Se cierran los ojos ante el buen ejemplo porque seguirlo demanda esfuerzos, en cambio la mediocridad es camino fácil. El egoísmo –aparentemente-, resguarda y evita el esfuerzo de compartir; más aún, el de apoyar o servir al que lo necesita. Lo que separa a las personas ya no son las diferencias que pueden resultar complementarias, sino los valores que no se pueden negociar.
 El anciano se abandona porque ya su fragilidad demanda apoyo y esmerada atención; porque por el peso de sus años ya no procura, se le pide aún más de todo lo que pudo y alcanzó a dar. Se paga por despedirlo con soledad o se endosa la responsabilidad que corresponde frente al final de su vida…
 
 

 
 

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